Encendiéndome otro maldito cigarro, que acabo de “robarle” a mi padre, presiono el botón de encendido del artilugio informático con el que me dispongo a escribir estas palabras. No sé qué función llevaran a cabo las diferentes placas, microchips y circuitos eléctricos de los cuales dicho artilugio se compone, pero si se que presionando dicho botón, mediante un conjunto de impulsos electromagnéticos, se produce el milagro, se enciende la pantalla y se abre ante nosotros un mundo de infinitas posibilidades. Del mismo modo que ocurre con los ordenadores, algo parecido sucede con nuestro cuerpo, con nuestra mente, un “misterioso” sistema de redes neuronales y pulsos electromagnéticos hacen posible que el ser humano sea capaz de pensar y, lo que un servidor considera más importante, de razonar, aunque algunos lo hagan más que otros. Hoy, desde el dulce cobijo que le proporciona a uno su cama, porque como en la cama de uno en ninguna otra, me ha despertado una conversación al teléfono mas salida de tono de lo habitual. El ser humano es el mayor milagro de la obra universal, lo haya creado un Dios, como así yo lo creo, o haya sido causado por un, llamémosle, cúmulo de circunstancias físico-químicas que dieron lugar a las primeras formas de vida, el hecho es que no era la primera vez que a mis odios llegaba dicha conversación.
Dándome una y otra vuelta en la cama, venía a mi mente una frase que dice así: Mejor morir de pie que vivir arrodillado. La frase es buena, muy buena. ¿Tendría sentido vivir toda una vida arrodillado sin ser más que una oveja que sigue sin rechistar al rebaño? La respuesta no es "si boana" como quiere hacernos creer el pastor, sino que es mucho más complicada, más aún, si nos paramos por un segundo a pensar en la fugacidad de la vida, en la inmortalidad, para los que así lo crean, del alma. Es precisamente la muerte, la que da sentido a la vida. Ese miedo que todos tenemos a dejar de ser, de existir. Esta relación o correlación de ideas es la que me hace pensar en la frase anteriormente expresada.
Parece ser que hoy día, a nivel global, no somos más que una “panda de borregos” que por tal de no seguir viéndole las orejas al lobo, o al mercado como muchos hacen referencia, marchamos tras el pastor cual burro con orejeras, el cual nos marcan el camino a seguir, nos guste o no. A nivel nacional estamos hartos de oír a aquellos que se jactan de proclamar a bombo y platillo aquello que después no cumplen, nos dicen lo que queremos oír y nosotros nos lo creemos. Después viene la corrupción, el tráfico de influencias, empresas que cierran y no pagan a sus empleados, etc. etc. etc.
La política ha dejado de ser un instrumento para conseguir el bienestar de la "polis" y se ha convertido en un instrumento para el uso y disfrute de unos pocos, a costa de otros muchos. “Yo creo en la política como devoción, no como profesión” nos decía un amigo mío hace ya algunos meses, pues bien, parece que la mayoría no se aplica el cuento. ¡Que gran verdad si fuera cierta Juanra! Ojo, tampoco se trata de generalizar al tan variopinto personal, pero la triste realidad es que la mayoría de los políticos, tanto de izquierdas, centro o derecha nos hacen, o al menos a mí, pensar así.
Muchísimas personas piensan que Intereconomía no hace más que demagogia, pero otras tantas piensan lo mismo de El País... La izquierda no puede ver a la derecha, la derecha no puede ver a la izquierda… PSOE y PP discuten sobre si la unión entre homosexuales puede o no denominarse matrimonio cuando en países afines a ZP, gobernados por dictadores, ilegalizan dicha unión… IU, por su parte, ya no sabe que inventar… pues se encuentran demasiado entretenidos pensando en cómo levantar y profanar tumbas y destruir todo aquello que suene a religioso (luego es uno el intolerante)… Catalanes y Vascos independencia para arriba, independencia para abajo… y los pobres del PP que no saben la que les cae encima. En fin, de casta le viene al galgo…
Nuestro conocido vecino Don Enrique Alcalá Ortiz, por otro parte, no hace más que ver la paja en el ojo ajeno cuando no ve la viga en el suyo ¿donde se encontraba tan ilustre prieguense cuando aquel señor bajito que nos gobernó durante tantos y tantos años hacia y deshacía a su antojo en nuestro querido pueblo? ¿Se trata tal vez de esa continua caza de brujas a la que nos tienen acostumbrados todos los políticos de este gran país, que es España, de lo que se trata? O conmigo o contra mí. La verdad, no lo entiendo. Todo depende, claro está, de la vara de medir.
¿Dónde está la libertad? Creo que la perdimos hace ya mucho tiempo. Tiempo de elecciones, de lavados de cerebro, de campañas de acoso y derribo, ¿en que nos estamos convirtiendo señores?
Nos dicen que si no votamos no tenemos derecho a quejarnos, a pedir responsabilidades. ¿Antisistema? ¿Apolítico? No, perdonen. Que haya perdido toda esperanza no significa que haya dejado de creer. Los principios solo significan algo si nos atenemos a ellos aún cuando resultan inconvenientes. Tengo el derecho, y la obligación, de mostrar mi descontento, de mostrar la gran mentira que a todos nos quieren hacer creer. Sé que mi opinión no gustara a muchos, pero no escribo contra unos u otros, escribo porque estoy en mi derecho. ¿El problema? Que la inmensa mayoría piensa lo contrario a lo que hace por no quedarse aislada en el rebaño. ¿Por qué? Porque saben que si se aíslan, el pastor no irá a por ellas, porque en el fondo, el rebaño le importa tres pepinos si no piensa como él quiere que piensen.
Nos preocupamos en vivir el día a día, que por otro lado, para la inmensa mayoría ya es mucho, pero en realidad, ¿es de este modo como queremos vivir?, ¿mantendremos la cabeza alta cuando llegue el día del Juicio?, ¿habrá valido la pena haber vivido toda una vida arrodillado, siendo uno más en el rebaño?
Como dijo William Ernest Henley: soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.
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