Humillación, insultos, agresiones físicas…son algunas de las acciones que llevan a cabo esos alumnos que hacen del acoso escolar su forma de vida. Un acoso escolar que está en boca de todos, y que actualmente nos referimos a él como “Bullying”.
El problema del “bullying” produce mucho sufrimiento ya que la mayoría de los alumnos tienen miedo a sus compañeros de aula y sufren cada mañana para coger la mochila y enfrentarse a la humillación, la mofa, el aislamiento, e incluso la agresión física y sexual. Este sufrimiento prolongado e intenso desemboca en aislamiento, en la exclusion social, en saberse sólo y rechazado, ridiculizado, lo cual es muy duro en los niños y jóvenes , dejándoles marca para el resto de sus vidas.
Encontramos gran cantidad de estudios que afirman que “el 80% de los alumnos no ejercen ni padecen violencia”; otros en que el “90% ha sufrido algún tipo de acoso en la escuela, ya sea a través de insultos, agresiones físicas u otras causas”. Entonces, ¿en qué quedamos?. Yo personalmente prefiero alejarme de toda estadística, y simplemente pensar que el problema está ahí y que hay que reaccionar ante ello.
Pero, ¿este problema es nuevo?. Todo el alumnado ha pasado en algún momento por el papel de víctima, agresor o espectador, y parece como si el problema de la violencia fuera nuevo, cuando si echamos una vista atrás veremos que siempre ha estado ahí. ¿O acaso alguno de nosotros nos hemos librado de insultos, peleas y demás cuando estábamos en la escuela?.
Lo que ocurre es que a veces parece nuevo por ser un problema “oculto”, ya que el alumnado que es víctima de estos problemas de violencia no lo comunica a los adultos, ni a la madre ni al padre, y mucho menos al profesor tutor, por miedo a que lo llamen “chivato” o peor aún, por miedo a posibles represalias por parte de los acosadores.
Entonces, ¿qué podemos hacer para que la violencia y el acoso escolar en los centros y fuera de ellos deje de ser un problema?. En primer lugar debemos conocer las causas de dicho problema, ya que sin saber de donde proviene difícilmente podremos dar soluciones. Entre las diferentes causas podemos destacar:
- La falta de interés y de esfuerzo de los alumnos
- En los casos más graves, trastornos de comportamiento.
- Los cambios producidos en la estructura y en los criterios y valores de la familia, especialmente a lo que se refiere a la educación de sus hijos.
- Problemas de indisciplina que se padecen por una mal entendida permisividad social, quizás como consecuencia del efecto péndulo de épocas pasadas, donde el autoritarismo hacía de las suyas.
- El influjo negativo de la educación ambiental, sobretodo de ciertos programas de televisión.
- El número de horas que permanecen los alumn@s delante del televisor, ordenador o videoconsola.
- Etc.
Una vez establecidas las causas debemos intentar desarrollar una serie de soluciones que eliminen el problema, y para ello debemos de actuar “todos” en la misma dirección y dejar de echarnos la culpa unos a otros de la mala educación de nuestros hijos. Los padres responsabilizan a los docentes de la educación de sus hijos, mientras los docentes atribuyen a los padres que no se preocupan de su educación. Mientras, la Administración se cruza de brazos, o no hace más que inventar falsos remedios que no llevan a nada.
¡Que no!, ¡que no nos enteramos! Que la educación es cosa de todos, y una vez entendamos esto podremos desarrollar soluciones que realmente sean eficaces, y podremos eliminar problemas tan graves como la “violencia escolar”
De momento, como posible solución ahí tenemos la nueva materia “Educación para la ciudadanía”, que esperemos que sirva para algo, y no sea un invento más de la Administración para tirar a la basura.
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