Sí, sí. He escrito ¡Visca el Barça! Los que me conocen y saben de mi adscripción madridista, han leído bien: ¡Visca el Barça! En esto del fútbol, que para muchos españoles es algo así como una religión de precepto dominical y fiestas de guardar, el personal anda dividido, casi a un cincuenta por ciento, como ocurre en la política y en otras banalidades patrias. Dice Zapatero que la oposición –uséase, los del PP- sufre con las buenas noticias económicas ¡Redios! ¿Pero es que hay alguna? En el deporte nacional –el otro, el que no es la siesta- si que hay buenas noticias (Barça) para sufrimiento de la oposición (Real Madrid).
El pasado día 6 de mayo, se enfrentaban el Chelsea y el Barcelona en partido de semifinales de la Champions League. Me encontraba, a esa hora, parapetado en un bar de la capital con un grupo de correlegionarios futboleros, disimulando las ganas de que la escuadra inglesa apeara de la competición al equipo del Camp Nou ¡Pero, por Dios, si eso ha sido penalti! Así, hasta cinco veces reclamamos al arbitro noruego de la contienda, un calvo llamado Tom Henning, que señalara el fatídico punto en el área de los catalanes (porque alguno había en el terreno de juego: Xavi, Valdés, Piqué,... ) No así el capitán Pujol, que enmarcado en su melena de magistrado inglés, que para algo era en Londres el partido, se comía las uñas en la grada, donde estaba no sé si por lesión o por sanción.
Aquí, en la España de nuestros desvelos, las pasiones partidistas están por encima de aquellos éxitos que den lustre al país. Y eso en el terreno que fuese. Lo confieso, soy el primer pecador. ¡Ojo! Sólo en lo que a deporte se refiere. Desde la militancia merengue, a qué engañarnos, nos hemos sentido del Steaua de Bucarest, del Milan o del KK Split por recordar algunas de las finales europeas perdidas tanto en fútbol como en baloncesto que lo de la canasta tampoco se libra de este enconamiento de filias y fobias.
Con mayor o menor agobio, vivimos rodeados de aficionados del eterno rival que para algunos es el gran Leviatán a aniquilar. Madridistas y barcelonistas los hay por todos los rincones patrios, porque hasta en Cataluña hay merengues y en Madrid culés. Esto último lo viví, el seis de mayo, muy de cerca, al marcar Iniestra el gol del empate en las postrimerías del partido, cuando tres cuartas partes de un Barça angustiado gravitaban sobre el abismo de la descalificación, un tropel encendido de jovencitos que saltaba sobre las mesas, se nos vino encima en “mi” bar, próximo al estadio Santiago Bernabéu, en el mismísimo barrio de Chamartín. Los asiduos merengones que habíamos acudido a lamernos la herida del reciente 2-6 con el triunfo del equipo londinense, nos miramos incrédulos y descorazonados hasta que alguien dijo lo de: ¡Claro con un arbitro así!
Luego uno recapacita y piensa en la alegría de Iniesta ese joven albaceteño de tez pálida, descendiente de generaciones de labriegos curtidos al sol de la siega, cuya pericia con el balón lo puso a salvo de los vientos racheados del páramo manchego que ajan la piel, para ser recriado con polvos de talco en la Masía. ¡Cómo no me voy a alegrar de tu gol, Andrés! Si nos vas a llevar a ser campeones del mundo en los confines de África –donde todo el mundo te distinguirá a golpe de vista- el verano de nuestras vidas del año que viene que para eso es redondo: 2010.
¿O es que voy a estar más cerca de los sentimientos de la madre de Drogba que de la de mi Andresín que defiende primorosamente los colores de España? ¡Vamos, hombre hasta ahí podíamos llegar! ¡Viva Fuentealbilla que lo vio nacer! ¿Voy a estar yo más próximo de Costa de Marfil que de Castilla La Mancha? Pero si además era contra los ingleses ¡La Pérfida Albión! Vamos, Andrés, mételes otro y dedícaselo a Lourdes Alba Molina, esa prieguense de sonrisa amplia (ver ADARVE del 1 de mayo) que trabaja, ni más ni menos, que de Product Manager New Media, en el F. C. Barcelona.
> ¿Pero y la justicia deportiva, y los cinco penaltis que no vio el noruego, haciéndose pasar por sueco, en el área de los de Guardiola?
>> Quita, hombre. Pero si el entrenador de ellos es Guus Hiddink que, aunque también lo fue del Madrid, era, en el 2002, el técnico de Corea del Sur cuando el robo arbitral a España, en cuartos, contra los anfitriones. Que tome de su medicina.
Y así sucesivamente, me fui consolando, aquella noche, hasta que me quedé dormido y soñé con la décima. Otros a lo más que le están haciendo sitio es a la tercera. Y eso si los de Cristiano Ronaldo no les ponen las peras al cuarto en el Olímpico de Roma. ¿Pero cuándo va a venir este portugués al Madrid, hombre? ¡Florentino, sálvanos de la marea blaugrana!
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