Hola, permíteme que me presente, solo soy un hombre cualquiera, un hombre que por los caprichos del azar, o del destino, ha tenido la suerte de nacer en el sur, en Andalucía, al sur de Córdoba, a la sombra de los olivos centenarios que pueblan esta tierra. Un hombre que ayer, día de los enamorados, dejó a su media naranja en casa y se fue a defender a su otra amada, su tierra. A defenderla de bellacos y malandrines, que están consiguiendo que aquí ya no se pueda sobrevivir, fíjate que digo sobrevivir, porque lo que es vivir, vivir……..
Pues como te digo, ayer salí a quejarme por el trato que recibe mi tierra y sus gentes, que hace que la sienta como Cenicienta, como moneda de cambio y como un simple caladero de votos, (y que cada uno aquí lo aplique a la cuerda política que quiera). Y me fui a quejarme a Lucena, a la A-45, que es único punto estratégico de comunicaciones que hay cercano, los demás están a más de 60 km de aquí (¿ves por donde voy con lo de cenicienta?)
Te pido perdón a ti y a quién se viese afectado por mis quejas, y lo siento porque lo hice copiando las formas que este bendito país me lleva enseñando hace muchos años; que para conseguir lo que quieres tienes que ir encapuchado, con un coctel molotov en una mano y en la otra un adoquín arrancado de la calle. Pero tranquilo, yo voy sin capucha y con las manos vacías. Y voy a cara descubierta porque no me da vergüenza ninguna hacer lo que hago. Yo no estoy frente a ti por una entelequia que solo suena bien en la cabeza del iluminado que se le ocurre. Ni por un partido de fútbol de alto riesgo, ni porque no he podido entrar a un concierto. Estoy frente a ti para defender el pan diario de mi casa, y si por eso hay condena, yo no le temo al castigo. Y voy con las manos vacías porque las únicas piedras que llevo en ellas, son las que quito de la solera de los olivos, o del cultivo correspondiente. Y la única gasolina que manejo es la de la maquinaria que uso en las faenas agrícolas.
Posiblemente nos veamos más veces, uno enfrente del otro. Puede que yo sea ese hombre mayor, de pelo blanco y la cara quemada del frío y el sol, al que no le entra en la cabeza que su trabajo y su producción no se valore, cuando él lo único que ha conocido en su vida ha sido el valor del trabajo. O puedo ser ese joven que empieza en la agricultura, intentando innovar, intentando ser competitivo y terminando desmoralizado cuando ve que sus gobiernos son los primeros que favorecen la competencia desleal. O quizás sea ese chaval, de genio levantisco y sangre caliente, que trabaja en el campo porque aquí no hay oportunidad de nada más y ahora ve que también el campo se desmorona. Puedo ser cualquiera de ellos. Y estaremos frente a frente, cada uno cumpliendo con su deber, porque como ya sabes, los peones son las únicas piezas del ajedrez que se ven cara a cara. Las demás, las piezas “valiosas” amenazan y “matan” desde lejos, bueno…..menos el rey que aunque es la más valiosa se mueve poco.
Me despido ya, esperando que estas líneas nos hagan reflexionar a los dos, para que cuando nos veamos, si no hay entendimiento entre nosotros al menos haya respeto mutuo.
Un saludo.
PD. Y cuando tengas que disparar, si apuntas donde no duela mucho no sabes lo que te lo agradezco.
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