Pusieron sus ilusiones
en el partido de vuelta
pero su bilis revuelta
no quita los sofocones.
Hacen faltan…, empujones
y juego con maestría
porque lo del otro día
con su torpe movimiento
estimuló el desaliento
a la afición que sufría.
Como la luna de enero
alcanzó un gol solitario.
Cual si fuera relicario
adoró el campo entero.
Pero no encontró más cuero
este Madrid sin pegadas
y que promueve algaradas
en hinchas alborotados
que al sentirse derrotados
saltaban sobre las gradas.
El gallo cantó gallina
y su triste cacareo
demostraba el gimoteo,
la sangrienta sarracina
de un equipo que no trina
por falta de inspiración
y fuerza en el espolón.
Con todas las de la ley
merecen copa del Rey
los pollitos de Alcorcón.
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