Anda el personal revuelto con los temas judiciales y con el proceso al juez Garzón. He de decir que nunca he creído en la justicia de los hombres, pero son las reglas del juego y deben acatarse por que la sociedad ha de tener sus mecanismos defensivos.
Entiendo que los jueces son los encargados de valorar el cumplimiento de esas normas. Pero ellos también han de tener sus normas de actuación y atenerse a ellas.
A mí me ha caído bien el juez Garzón por algunas de sus actuaciones. Hizo una impagable labor en los procesos contra los narcotraficantes gallegos y llevó alivio a aquellas madres que se rebelaron contra los asesinos de sus hijos. La heroína se los estaba matando y los narcos campaban a sus anchas. Se puso orden allí; las madres seguían enterrando a sus hijos y visitándolos en las prisiones. Pero los narcos gallegos entraron en prisión, se les incautaron sus bienes. La cosa estuvo muy bien y Garzón consiguió llevarle el bálsamo necesario a la sociedad gallega y acercar el árnica de la justicia a esas atribuladas madres. Si alguien no ha visto la película "heroína", la debiera ver y darse cuenta del sufrimiento que los narcos causaron.
Después, lo que suele pasar, las cosas se enfriaron, se mezcló la lucha con la política y la cosa quedó más en un símbolo que en herramienta de lucha.
Creo que aquí el juez estuvo a la altura de las circunstancias y su labor ha de ser reconocida. Después si se ha equivocado, eso ya es otra historia.
Volviendo a madres que luchan contra la droga en defensa de sus hijos, tenemos a las "madres de los pañuelos verdes".
Movimiento que se originó por los mismos motivos del anterior, pero esta vez fue en la zona de Algeciras, La Línea, Campo de Gibraltar y alrededores. Nació este movimiento de lucha contra la droga con el apoyo de un joven sacerdote de la zona; el cura José Chamizo de la Rubia. Aquel cura que otrora acompañara a esas madres en su justa lucha por la defensa de sus hijos, que morían por la droga; cambió de aires (no sé si de ideales). Pero en su día fue impulsor y creador de ese movimiento. No hace mucho que la cofundadora de las madres de los pañuelos verdes ha muerto.
El padre Chamizo fue nombrado defensor del pueblo andaluz y el pasado año estuvo muy amable, y recibió en su despacho, a los promotores de la última feria del cannabis en el Palacio de Congresos de Málaga.
Claro, la inevitable metamorfosis.
Cambiando de escenario. Si recordamos a aquellas madres de la Plaza de Mayo de Argentina que se organizaron para manifestarse un día a la semana para reivindicar la aparición de sus hijos robados por los dictadores argentinos y a cuya cabeza estaba la señora Hebe de Bonafini. Recuerdo que recorrió las televisiones españolas ganándose la simpatía de todos. Después continuaron, como abuelas ya, pidiendo la aparición de sus nietos y han conseguido bastantes resultados; haciendo, además, que la justicia de los hombres castigara a los secuestradores. Sobre esto he leído cosas para todos los gustos, pero yo ni salgo ni entro.
Pues estas madres que se ganaron el reconocimiento y simpatía de todos por enfrentarse a los asesinos de sus hijos. Hoy con sus pañuelos, símbolo de su lucha, por la defensa de sus hijos; se fotografían sonrientes en su Argentina natal al lado de los que montan sus tenderetes pidiendo la legalización de las drogas que están matando a tantos hijos de madres argentinas. Droga que también mata a los hijos de otras madres no argentinas.
Las metamorfosis, a veces, son puñeteras y demasiado liviana la memoria.
Esto pasa por crear ídolos humanos.
No olvidaré nunca las palabras de mi abuelo materno (al otro, por desgracia, no lo conocí). Fue, mi abuelo, unas de las personas más inteligentes que he conocido. Hombre de genio vivo y con un enorme corazón. Recuerdo que socarronamente decía: "niño, santo que mee en pared, no creas en él". A mi corta edad no alcanzaba yo a plantearme otros santos que los de la iglesia del pueblo y no me cuadraba a mí que ellos se bajaran de sus altares para mearse en ninguna pared.
Claro que no tarde demasiado en darme cuenta de lo que aquella frase encerraba. La de veces que la recuerdo.
No hay que santificar a los hombres porque luego se portan como humanos que son y el chasco está asegurado. Los ves de una manera y luego viene la metamorfosis y te llevas un disgusto.
La pasada Semana Santa se indultaron en España, a petición de cofradías y hermandades, diecisiete presos de las cárceles españolas. Dándose la coincidencia de que todos, o casi todos, estaban en prisión por narcotráfico. Anduve yo quejándome y escribiéndolo. Algunos comentarios me hicieron y había para todos los gustos.
Decían que eran traficantes a pequeña escala; esto a mi no me sirve de pretexto. Quién trafica con lo poco es porque no lo puede hacer con lo mucho; se es traficante o no se trafica. Estos indultos los da el consejo de ministros.
Dirán, bueno, este año hay otro gobierno. Es cierto y podemos esperar a ver qué pasa y a quien indultan. Esperemos.
Lo malo es que, viejo ya, y golpeado por la vida, he sufrido mi particular metamorfosis, voy perdiendo la fe en muchas cosas (solo está en alza mi fe en Dios). He visto demasiadas metamorfosis y me he convertido en un agnóstico social y político.
¿Que espero?; de los "santos que mean en pared", poca cosa. Casi nada, diría yo.
Sin olvidar que:
SI VES A UN ADOLESCENTE QUE SE DROGA: AYÙDALO.
SI CONOCES A UN TRAFICANTE DE DROGAS: DENÙNCIALO.
Juan Damián Sánchez Luque.
Presidente de la asociación contra la droga "CLARA MARIA" de Priego y aldeas.
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