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9 de enero de 2009 | Antonio García Fuentes

El Eterno llanto del Olivar

Corrían los años sesenta del pasado siglo, cuando ya me pateaba toda la geografía olivarera y de “secanos”; por tanto conozco sobradamente lo que significo en el titular de este artículo. Ya entonces y habiendo conocido el comercio desde siendo niño hasta dar cursos con multinacionales extranjeras; no entendía (ni entiendo) lo que ocurrió al olivar. Ya entonces les apuntaba a algunos de mis clientes “llorones” (era igual que hubiese mucha o poca cosecha, que lloviese o no lloviese) que por qué, no dedicaban “una peseta por kilo de aceite para promover su venta”… ni soñarlo, aquello era impensable e imposible; cada cual lloraba sus aceitunas, en su rincón cada cual (algunos en el casino “viéndolas venir”) y como mucho, apegados en aquellas cooperativas, que nunca aprendieron a otra cosa que a moler aceituna y guardar el aceite, esperando el comprador de turno a que viniera cuando le pareciese. Ya entonces observaba, el que cada temporada venían compradores de aceituna a La Loma y más arriba, y ponían sus puestos de compra para llevarla fuera de Jaén; y alguna aceituna era transportada hasta Cataluña; donde transformada en aceite era vendido con el marchamo catalán… incluso corría por “el desierto olivarero” el sarcasmo de que… “el aceite llegaría a tener valor si los olivares se los dejasen a los catalanes”… mientras, los que hicieron el gran negocio fueron los italianos, que sin producción ni para su propio consumo nacional; supieron exprimir al atrasadísimo olivar jiennense y algunos otros andaluces, e hicieron su mercado internacional que aún cuasi monopolizan… y aquí, a seguir llorando. Hubo un intento con COOSUR y Domingo Solís… pero ya saben como acabó todo; y vuelta a llorar… “y llorando siguen”… Esperando que Dios o el Gobierno les solucione sus problemas. Mientras, se han plantado olivos… “hasta en el Brasil” y es claro, ya ese llanto se va a convertir en un ni se sabe qué.

Y lo que yo vengo observando, es que la mentalidad “olivarera” (sálvese el que pueda) sigue siendo cuasi la de la época que yo indico de hace cincuenta años; o sea que el aceite de aceituna (que así habría que haberlo denominado y por causas elementales: “ se dice zumo de naranja o de limón y no zumo de naranjo o limonero”)… sólo sirve para freír huevos, hacer migas o pipirrana, y en fin; para la cocina y nada más. ¿Cuándo y cuántos de esos “olivotenientes” han pensado en que el aceite de aceituna es una valiosísima materia prima y que del olivo (“y ya lo dijo la diosa Palas Atenea (Minerva) cuando les dio el olivo a los griegos”)… o sea, que del olivo y el olivar se aprovecha todo… por ejemplo… ¿Cuánto jabón (de todo tipo) se consume en el mundo?... curiosamente el mejor jabón del mundo es el que se obtiene sobre la base del aceite de aceituna. Y esto es sólo una “línea comercial” (que diría un dirigente de multinacional actualizada). Conviene saber que los astutos judíos (por eso se hacen ricos “con cualquier cosa”) han logrado el mejor aceite lubricante de todo el mundo, tratando un aceite de aceituna de un determinado olivo y el que dedicado a motores de alta tecnología, lo venden a peso de oro. O sea que el aceite de aceituna, es alimento, medicina, cosmética, elemento aplicable en miles de cosas industriales… y ni se sabe para que cosas más; puesto que es hasta viejo el hecho de que… “hasta un cazador pudo salvarle la vida a su perro, que había comido un cebo envenenado, simplemente por que llevaba en la capacha, un recipiente de aceite de aceituna, lo hizo beber al perro y el animal vomitó de inmediato, lo que de no hacerlo hubiera muerto”. Y aquí llorando. Y no he hablado del aderezo y conservación de la aceituna, que aquí seguimos estando vírgenes o cuasi y en los países musulmanes la emplean (incluso seca) para añadir a sus guisos y están estupendos; yo los he comido.

Menos mal que hay aquí una universidad y al parecer está dotándose de un buen equipo de investigadores; pero eso no basta con ser mucho… las investigaciones positivas, luego hay que comercializarlas y para comercializar algo y a gran escala, se necesita no sólo capital, sino correr los riesgos que conlleva el comercio libre y de todo ello aquí y sobrando el dinero “a camiones” (examinen la famosas tablas económicas de exportación e importación y vean el dinero que sobra cada año… y desde los tiempos de Franco)… pero falta todo lo demás. Y en este momento me estoy acordando de los refrescos de “cola y otras cosillas así”; que simplemente se venden, sobre la base de brutales campañas publicitarias que no dejan ni por un momento; y que no sólo crearon la gran marca, sino la “contramarca”, para no dar cabida a un tercero que les dispute el negocio… “que ya verán como y aún en la galopante crisis que padece el mundo… ellos van a seguir vendiendo sus ríos de cola y similares”; si no… al tiempo. ¿Y es más importante un tipo de agua con “ni se sabe qué” que el único aceite natural que hay en este planeta… y digo natural, por cuanto es un zumo natural, nada más y nada menos?

Y fui yo, el que lancé aquel grito que tan mal sentó a los olivotenientes… ¡¡JAÉN NO ES SÓLO OLIVOS!! Pero demostré con ello, que había un segundo olivar aquí; cual es EL TURISMO; pero tanto entonces como ahora, sé que la principal riqueza es “el árbol de Minerva” y toda la riqueza que hay a su alrededor y que aquí no sólo sigue dormida… sino que me temo, está congelada… espero y deseo estar equivocado; pero aquí en vez de valorar el aceite por la vejez del olivo y todo cuanto de ello “se puede sacar”; ya muchos lo que están pensando es en arrancar esos olivos, lo que aparte de un sacrilegio, sería una cobardía y demostrar una inutilidad más, de las muchas que soporta ese ya famoso… “mar de olivos”. Y recuerden por si fuese de utilidad; que en no pocas ocasiones… “para revalorizar una mercancía hay que tirar parte de la misma”.

 

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