El teatro Victoria alzó el telón, el sábado día 1, para dar inició a la 62 edición del festival internacional de música, teatro y daza de Priego.
Y lo hacía con la puesta en escena de la zarzuela La Corte de Faraón, por parte de la compañía de Nieves Fernández de Sevilla y José Antonio Irastorza. .Es la zarzuela un género que goza del fervor del público prieguense, por lo que el patio de butacas estaba lleno.
Esta conocida zarzuela se estrenó en el teatro Eslava de Madrid en el año 1910, estuvo prohibida muchos años durante la dictadura franquista, hasta su reposición en 1976. Desde entonces no ha dejado de representarse en los teatros españoles. El libreto es de Guillermo Perrín y Miguel Palacios; y la música del maestro Vicente Lleó, también se le conoce como Ópera Bíblica y su acción transcurre en Egipto en la época del cautiverio de Israel.
Argumento
Cuadro I. En la gran plaza pública de Menfis, el Faraón (Antonio Ramallo), la Reina (Carmen Aparicio) y el pueblo esperan la entrada del general Putifar (Juan Carlos Barona) que regresa victorioso de la campaña de Siria. El Sumo Sacerdote (Santos Ariño) le presenta a quien ha sido elegida como su futura esposa: Lota (Rosa Ruiz), una delicada y virginal doncella de Tebas. Seti (Ángel Walter) y Selhá (Iñaki Alaba), sus ayudantes, comentan con picardía que Putifar ha sido herido en una parte de su cuerpo que le impedirá consumar el matrimonio. Terminada la ceremonia pasan por la plaza unos ismaelitas con un hebreo, José (Enrique R. del Portal), que les ha sido vendido por sus propios hermanos. Seti y Selhá lo compran para ofrecérselo a Lota como regalo nupcial. En el segundo cuadro llegan tres viudas que van a dar algunos consejos a la recién casada. Lota las recibe amablemente y escucha con atención cuanto le dicen, confiando en que serán muy hermosas las horas de amor que ha de pasar junto a Putifar. Pero cuando éste llega y queda solo, el general se mantiene a prudente distancia de su mujer, entreteniéndola con narraciones de sus hazañas bélicas. Al amanecer suena la diana, y Putifar tiene que incorporarse a sus ejercicios militares dejando sola a la desconsolada esposa. Antes de marchar, Putifar ha dado orden al joven José para que en su ausencia haga compañía a su esposa, Lota acepta con alegría la presencia de José, al que ve con buenos ojos y del que no tarda en encapricharse. Pretende abrazarle, pero el resiste una y otra vez hasta que no tiene más remedio que huir. Lota consigue arrancarle la capa, e indignada llama a sus esclavos diciéndoles que José ha intentado deshonrarla. Como prueba muestra la capa.
El cuadro siguiente se sitúa en el palacio del faraón, hasta donde llega Lota pidiendo justicia, y detrás de ella José, conducido por Selhá y Sethi. Lota refiere su versión de lo ocurrido a la reina, pero ésta, aturdida por la presencia del muchacho, no desea castigarlo severamente. Decide, por lo tanto, que intervenga su esposo, el faraón, pero éste se desentiende del caso y se marcha hacia el jardín. Entonces la reina ordena que suelten a José, y le hace explicar lo ocurrido tal como fue, es decir, con el supuesto abrazo. Lota juzga que aquello es un abuso por parte de la reina, pero la reina decide comprar a José para su propio servicio.
Temeroso ante el cariz que toma la disputa entre ambas mujeres, José se acerca al ventanal de la estancia y se tira, cayendo en el jardín a los pies del faraón que dormía sobre un banco. El faraón se despierta malhumorado a causa de un extraño sueño, cuyo significado le gustaría saber, aprovechando la oportunidad que se le presenta, José le pide que le explique el sueño, que tratará de interpretar. El faraón queda maravillado ante la sabiduría del muchacho, y promete nombrarle virrey de Egipto para tenerlo siempre a su lado.
El último cuadro de la zarzuela recoge como escenario la entrada del templo del templo del buey Apis. José, de rodillas ante el faraón, es nombrado con toda solemnidad virrey de Egipto, y la obra da fin con los vítores de la multitud que va postrándose ante la estatua del buey sagrado.
Pícara y elegante
Se acusa a La corte de faraón de ser una obra subida de tono e irreverente. Por estas razones fue prohibida durante la dictadura franquista y hasta 1976 no estuvo, de nuevo, sobre un escenario español en su versión original. La realidad es que la página creada por Perrín y Palacios, sugiere sin herir, y sólo quien conoce de qué va el asunto, está en condiciones de advertir ese doble sentido que posee. En cualquier caso, "La corte de Faraón", no es ordinaria, ni grosera, ni mucho menos, obscena; sí es pícara y con una doble intencionalidad tan innegable como elegante. Por otra parte, lo que comienza como una parodia de Aida, se va convirtiendo en un particular tratamiento de la historia bíblica de José y su interpretación de los sueños del Faraón. Con esta obra entramos en un tipo de zarzuela que puede asimilarse a la opereta, aunque la página que nos ocupa tenga momentos de corte arrevistado indiscutible. El carácter solemne y brillante con que da comienzo parece augurar un tratamiento de vuelos más altos que los habituales en el género. La Corte es página efectista y brillante, dotada de momentos inspirados que han superado todas las prohibiciones y se han situado en uno de los puestos más relevantes del "ranking" de popularidad del género.
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